Papa Francisco, político porteño

Jorge Bergoglio, Gabriela Michetti y Mauricio Macri en las puertas de la Catedral Metropolitana
Jorge Bergoglio, Gabriela Michetti y Mauricio Macri en las puertas
de la Catedral Metropolitana
por Patricia García
para Ambito Financiero


Jorge Bergoglio salía de dar la misa principal en el día de San Cayetano, rodeado de algunos amigos de la política porteña. Estaba próxima la elección del papa y desde el grupo alguien le vaticinó: "Usted va a ser papa". "Sí, papafrita", le respondió el cardenal, quien, en la Ciudad de Buenos Aires tuvo, y tiene, injerencia en la vida política al punto de contar con legisladores propios e interceder, inclusive, para nominar candidatos en las boletas electorales.
Su relación con los últimos jefes de Gobierno es una prueba: tensa con Aníbal Ibarra, más amigable con Jorge Telerman y con vaivenes con Mauricio Macri. Aquella poca confianza pareció repetirse ahora, ya que aseguran sus allegados que el arzobispo sacó el pasaje de regreso a Buenos Aires para el próximo 28 de marzo. Su relación con el mundo de la política local da cuenta de contar actualmente con una legisladora, María Victoria Gorleri, quien llegó a la banca directamente desde la vicaría donde se ocupaba de temas de educación, aunque la participación de la diputada no ha sido, como la otros representantes del cardenal. El más amigo y a quien más ha confiado temas clave, es el actual auditor porteño y exlegislador Santiago De Estrada, quien fue titular de la Legislatura en momentos de alto voltaje, como por ejemplo cuando se definió la destitución de Ibarra. También el exlegislador Jorge Enríquez y Gabriela Michetti lo frecuentaban, aunque menos conocido es que el presidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, el kirchnerista Juan Manuel Olmos fue bautizado por Bergoglio y además casó a sus padres. A Enríquez lo conoció siendo subsecretario del Gobierno de Fernando de la Rúa, y el entendimiento llegó a que Bergoglio lograra un lugar principal para el legislador como candidato en las boletas del macrismo en 2003, cuando estaba en un lugar difícil para conseguir una banca. Obligó a Jorge Macri, por entonces armador electoral del PRO, a cambiar las boletas para asegurar la banca de Enríquez porque "lo necesitamos" le había dicho el cardenal a través de un emisario. Todos, amigos y menos amigos, le destacan "la sencillez" al actual Papa, que solía viajar en transporte público, rechazar las invitaciones a cenar prefiriendo cocinarse la cena ("un arrocito o un té con leche") y se despedía diciendo "recen por mí. Con el Gobierno de Ibarra tuvo su mayor enfrentamiento cuando se desarrolló una exposición del artista León Ferrari, que no sólo le valió una causa penal al jefe porteño promovida por militantes católicos, sino que aseguran que el propio Bergoglio habría intercedido telefónicamente para levantar la muestra. Pero, el cardenal pareció en un momento adjudicarle al ahora legislador algún tipo de influencia celestial. Cuentan que cada año se celebra la fiesta de Corpus Christi, que desde antaño impone al alcalde circular por la Plaza de Mayo con un cirio. Era el 2000 y el jefe de Gobierno Enrique Olivera estaba de viaje. Se le preguntó entonces a Ibarra si cumpliría con el rito a pesar de su agnosticismo y dijo que sí. Todo estaba listo pero se desató una tormenta que suspendió los festejos. En 2001 Ibarra era el jefe de Gobierno y se le volvió a preguntar si portaría el cirio y dio el sí, pero nuevamente la lluvio le evitó la actuación. En 2002 ya Bergolio dispuso quitar del protocolo la costumbre. Con Macri llegó a entrevistarse personalmente para darle el reto porque consideró que "faltó gravemente a su deber de gobernante" al no apelar el fallo a favor del matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Tampoco le perdonó haber habilitado el aborto no punible, y emitió un documento sobre el tema donde explicó que "se ignoran los derechos de los niños por nacer". Otra oportunidad para aumentar el enfrentamiento fue la meditación con el Sri Sri Ravi Shankar. Ayer, el jefe de Gobierno le envió una carta diciendo que su elección como sumo pontífice "es una enorme alegría y motivo de orgullo" y que está convencido que "el Espíritu Santo le otorgará la gracia para conducir al pueblo de Cristo por el camino de la fe, la esperanza y la caridad". Se despide entonces Macri diciendo "como siempre nos ha pedido, rezamos por usted. Rece por nosotros".

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