Por Patricia García
para Ambito Financiero
Aunque no lo harán en público, finalmente, el kirchnerismo porteño tiene algo que alabarle a Mauricio Macri y, sin llegar a saltar un bache (foto que exprimió en su promoción el jefe porteño), ha comenzado una suerte de plagio en el método de campaña en esta temporada electoral. No sólo los timbreos, sino también los "tea party", aunque de ellos, el mandatario de la Ciudad de Buenos Aires no posee la propiedad intelectual. Es un mecanismo de militancia que se probó en los Estados Unidos.
Se trata de organizar
reuniones con vecinos, no demasiado numerosas, entre 50 y 100 participantes, con la visita de un candidato o funcionario en el caso del PRO, incluyendo a ministros para debatir temas de interés de los anfitriones.
La consigna es que no sean militantes y que a la vez esos encuentros no tengan gran difusión, mejor casi nada y, mejor si no votaron a la agrupación convocante.
El macrismo ha dividido la Ciudad de Buenos Aires en tres regiones para hacer una especie de barrido: norte, sur y centro. El kirchnerismo se orienta por la partición oficial de las comunas. Los métodos para lograr que algún vecino o institución barrial preste el lugar, difieren. En el PRO, la tarea la coordina la legisladora Carmen Polledo, mientras que el peronismo a través de Cristian Ritondo maneja el "comité" de la zona sur, el radicalismo con Hernán Lombardi el centro y el resto, bien PRO, se concentra en el norte animados por el ministro Daniel Chain y la aliada Patricia Bullrich. Por caso ayer, el diputado y segundo candidato a legislador porteño que responde a esa legisladora, Juan Pablo Arenaza, desembarcaba en una casa de barrio norte, al tiempo que su par Karina Spalla lo hacía en un departamento de la avenida Cerrito al 1000. Eran allí unas treinta personas a las que la diputada debió convencer ante la catatara de quejas que recibió, especialmente por el estado de algunos hospitales públicos o las dificultades para conseguir turno.
El PRO apela a bases de datos de correos electrónicos para cursar invitaciones (algo así como spam) y ya tiene, solamente en la zona norte unas 70 reuniones previstas. Entre otros, por ejemplo, el candidato a diputado nacional Álvaro Gonzálezasistió a una tenida de convencimiento en Villa Lugano y repetirá la semana que viene con Spalla en una mutual del barrio porteño de Caballito.
El kirchnerismo ya comenzó también sus propios "tea party", y alentó a grupos militantes para que se arriesguen en los tradicionales timbreos de campaña estilo PRO. En el caso del Frente para la Victoria, la organización parte de los adherentes de las comunas que también buscan lugares neutrales (o hasta opositores) para darles cita a los candidatos ya sea a legisladores porteños o a diputados nacionales. Para los K no es tan riguroso el veto a la participación de militantes en las reuniones, donde busca el voto de quienes les dieron el no en las PASO. La casa de una enfermera o de un vecino de la Villa 31 están en el cronograma de salidas de campaña. La zona fuerte del kirchnerismo en la Capital es la de los barrios del sur, un territorio donde el PRO no descarta remontar en votos, pero apuesta más a sumar en la geografía del centro y del norte entre las clases más acomodadas de la Ciudad.
Se trata de organizar
reuniones con vecinos, no demasiado numerosas, entre 50 y 100 participantes, con la visita de un candidato o funcionario en el caso del PRO, incluyendo a ministros para debatir temas de interés de los anfitriones.
La consigna es que no sean militantes y que a la vez esos encuentros no tengan gran difusión, mejor casi nada y, mejor si no votaron a la agrupación convocante.
El macrismo ha dividido la Ciudad de Buenos Aires en tres regiones para hacer una especie de barrido: norte, sur y centro. El kirchnerismo se orienta por la partición oficial de las comunas. Los métodos para lograr que algún vecino o institución barrial preste el lugar, difieren. En el PRO, la tarea la coordina la legisladora Carmen Polledo, mientras que el peronismo a través de Cristian Ritondo maneja el "comité" de la zona sur, el radicalismo con Hernán Lombardi el centro y el resto, bien PRO, se concentra en el norte animados por el ministro Daniel Chain y la aliada Patricia Bullrich. Por caso ayer, el diputado y segundo candidato a legislador porteño que responde a esa legisladora, Juan Pablo Arenaza, desembarcaba en una casa de barrio norte, al tiempo que su par Karina Spalla lo hacía en un departamento de la avenida Cerrito al 1000. Eran allí unas treinta personas a las que la diputada debió convencer ante la catatara de quejas que recibió, especialmente por el estado de algunos hospitales públicos o las dificultades para conseguir turno.
El PRO apela a bases de datos de correos electrónicos para cursar invitaciones (algo así como spam) y ya tiene, solamente en la zona norte unas 70 reuniones previstas. Entre otros, por ejemplo, el candidato a diputado nacional Álvaro Gonzálezasistió a una tenida de convencimiento en Villa Lugano y repetirá la semana que viene con Spalla en una mutual del barrio porteño de Caballito.
El kirchnerismo ya comenzó también sus propios "tea party", y alentó a grupos militantes para que se arriesguen en los tradicionales timbreos de campaña estilo PRO. En el caso del Frente para la Victoria, la organización parte de los adherentes de las comunas que también buscan lugares neutrales (o hasta opositores) para darles cita a los candidatos ya sea a legisladores porteños o a diputados nacionales. Para los K no es tan riguroso el veto a la participación de militantes en las reuniones, donde busca el voto de quienes les dieron el no en las PASO. La casa de una enfermera o de un vecino de la Villa 31 están en el cronograma de salidas de campaña. La zona fuerte del kirchnerismo en la Capital es la de los barrios del sur, un territorio donde el PRO no descarta remontar en votos, pero apuesta más a sumar en la geografía del centro y del norte entre las clases más acomodadas de la Ciudad.
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