Xan Leira- Otro argenitno en España |
Director de Cine-Documentalista
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"Soldado de un ejército derrotado de una causa invisible". Así, con esas palabras del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, el catedrático escritor marxista y actual presidente de la Real Academia Gallega, Xesús Alonso Montero define el sentido ético de la vida y de la obra de Lorenzo Varela Vázquez (La Habana, 10 de agosto de 1916 – Madrid, 25 de noviembre de 1978)
al concluir –con pasión, intensidad y un proselitismo nada encubierto–, la serie de testimonios de mi largometraje «Exilios»,
La historia
La popular Revista El HOGAR fue dirigida por Lorenzo Varela, también redactor en Panorama |
En 1931 y con el sol emancipador de la Segunda República Española, Varela y Perpetua, su madre, se instalan en Lugo, Galicia. Su impronta americana de adolescente urbano, cosmopolita y politizado brilla con luz propia en las calles y claustros de Lugo, representando la quintaesencia del pensamiento liberal y transformador de la nueva República y del galleguismo más progresista: escribe, piensa, actúa y se destaca con voz propia. Como recompensa, sus compañeros de bachillerato, lo condecoran con el título civil y el grado de “el argentino”.
El levantamiento fascista de 1936 lo encuentra en Madrid con 19 años y “el argentino”, el poeta, ¡aprende a combatir!
El milagro de las causas justas hace que la guerra militar no mate al «niño» que hay en el hombre, que el fusil no siegue la pluma y la derrota envilezca su poesía. La Guerra Civil, impuesta por la internacional fascista y mantenida por el miedo que despertaba la República española entre las democracias occidentales y la propia URSS, roban al joven Varela y a miles de españoles sus sueños de libertad, igualdad y fraternidad, y a tantos otros la propia vida, bajo un sistema represivo y genocida que, después de más de 70 años de impunidad y olvido, es juzgado hoy en Argentina.
¡1939, el exilio…, y otra vez Buenos Aires…! La ciudad Estado, la gran capital de puerto abierto y corazón franco, el “granero del mundo”, el templo del tango y de los mitos…, Buenos Aires, la reina del Plata, la “quinta provincia gallega”, recibía –como nuevamente lo hace hoy y con entrañable calidez– a miles de exiliados del hambre y de las rejas, entre ellos a Daniel Castelao, Arturo Cuadrado, Luis Seoane, Eduardo Blanco Amor, Ramón Suárez Picallo, Rafael Dieste, Varela –que llega en 1941, después de pasar por México– y a tantos otros… que, tras la derrota y sin darse tregua, sueñan con el desquite y luchan, ahora con la pluma y la palabra, contra el fascismo, por la victoria aliada y, con ella, el retorno a la legalidad republicana en España.
La victoria aliada y la nueva geopolítica mundial marcan a fuego y para siempre la derrota del ’39. El peso e intensidad del ingente trabajo político, intelectual, editorial, propagandístico y publicista realizado por Varela –y sus compañeros más íntimos, Luis Seoane y Arturo Cuadrado–, lo vinculan con los movimientos literarios y las personalidades más vanguardistas de Latinoamérica: las revistas mejicanas Taller, dirigida por Octavio Paz, y Romance; funda y dirige la revista literaria De Mar a Mar, promovida por Victoria Ocampo; es cofundador de Correo Literario; participa y promueve la creación de editoriales como Botella al mar; es tertuliano en el Tortoni; colabora en innumerables medios de prensa escrita y radio; prologa y traduce libros…, ejerce la crítica literaria y expresa en poética obra su angustia de expatriado: Torres de amor, Catro poemas para catro grabados; Lonxe.
Su casamiento con Marika Gerstein en 1956 sella su compromiso afectivo, emocional, intelectual y profesional con Buenos Aires y su rol de usina y faro de las letras y pensamiento latinoamericano. Publica con Córdoba Iturburu 150 años de arte argentino; colabora con el programa de radio Hora Once; dirige la revista El Hogar; escribe en el semanario Panorama; publica el libro-disco Federico García Lorca; es autor en la colección Los Hombres, del Centro Editor de América Latina, de la monografía Dalí; y, posteriormente, colaborará con las redacciones de El Mundo y La Calle, cuando el ejercicio del periodismo se pagaba con la vida.
El golpe de Estado fascista de 1976 en Argentina y su política de exterminio fuerza un nuevo y último exilio de Varela. El retorno a España –después de cuatro meses de muerto el dictador–, lo enfrenta a una sociedad temerosa, acobardada, gris, dominada por el miedo y la desmemoria que lo arrincona contra las cuerdas del olvido. Varela, “el argentino”, que seguía sin perder el aura juvenil y aporteñada, sabia y cosmopolita, mira a su alrededor y descubre el miedo y la cobardía en muchos de sus ex amigos y compañeros que rechazan su presencia, su significado y su prestancia.
Lorenzo Varela muere en Madrid “de asco” –según testimonia su amigo y compañero de tareas, el artista plástico y mecenas de la cultura gallega, Isaac Díaz Pardo, en mi película Exilios–.
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